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La nueva pornografía

“Quisiera saber por qué el señor le hizo eso a la niña, ¿a ella le gustó?”, fue la duda que me planteó una pequeña de ocho años que se había encontrado con pornografía violenta. Sigo sin acostumbrarme a ese tipo de preguntas –aún me duelen–, pero por desgracia son cada vez más frecuentes.



Al inicio de mi carrera como educadora sexual trataba el tema de la pornografía con jóvenes de 14 o 15 años de edad, pero con el acceso a la tecnología cada vez a más temprana edad he tenido que hacerlo en grupos de grados anteriores. Niños y niñas de nueve o diez años se están encontrando con ella, la mayoría de las veces por accidente, en Internet.

El modo de consumo y la pornografía en sí misma ha cambiado a lo largo de los últimos años. Hoy se habla de la nueva pornografía en distintas investigaciones, como la presentada este mes por la Universitat de les Illes Balears y la red Jóvenes e Inclusión en Madrid.

En la investigación Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales se hace evidente que ésta es cada vez más violenta y con ausencia de límites en cuanto a las prácticas sexuales que presenta, en ocasiones ilegales, como relaciones entre adultos y niños o niñas, o la que implica actos violentos. Esto genera en los menores la idea de que prácticas sexuales como golpes, estrangulamiento o violación en grupo son comunes por lo que se pueden practicar con la pareja u otras personas.

En el estudio, el 50% de los adolescentes que consumen pornografía sostienen haber incrementado conductas de riesgo tras consumirla. En México, basta leer notas periodísticas sobre feminicidios para saber que muchas de las prácticas sexuales que se ejercen contra la víctima tienen su inspiración en este tipo de pornografía.

Si esto no es suficiente para levantar nuestras alarmas, el estudio que realizaron en España revela que el 80% de los adolescentes que observan pornografía considera que su educación afectivo sexual no ha sido suficientemente satisfactoria, o que no la ha tenido en absoluto y sólo el 25% de ellos consultaría sobre el tema con algún adulto.

En México es una realidad que aún no hablamos con nuestros hijos sobre sexualidad, mucho menos mandamos mensajes de prevención que los ayuden a formar un criterio frente a la pornografía. Seguimos discutiendo si la educación sexual integral debe de ser obligatoria o un derecho particular de cada familia. Mientras tanto, el porno nos está ganando la partida, le estamos permitiendo ser la nueva educación sexual, con todas las consecuencias que esto conlleva.

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